jueves, 6 de agosto de 2015

EL DESFILADERO DE LAS TERMÓPILAS...

A la vuelta, camino de Atenas desde Meteora, es nuestra intención pararnos para ver la estatua erigida en honor a los que murieron en la batalla de las Termópilas.

Merece la pena acercarse, por supuesto, pero teniendo en cuenta que cualquier parecido del entorno con el que había en el siglo IV A. C, en plenas Guerra Médicas, ha desaparecido por los cambios experimentados por el paisaje: la sedimentación aluvial ha ido rellenando la costa del Golfo Maliaco milenio tras milenio.

El desfiladero que bordeaba el mar, el cuello de botella que defendió Leónidas con un acantilado a un lado y las montañas al otro, ya no es tal. El agua ha retrocedido más de un kilómetro y ahora, en vez del angosto paso de 100 metros de ancho, hay una llanura que hubiera hecho frotarse las manos a Jerjes. Sin duda, más apropiada para desplegar a sus 200.000 hombres (no el exagerado 1.700.000  descrito por Heródoto que hubiera dejado despobladas las satrapías y cuya retaguardia, según algunos cálculos, aún estaría saliendo de Susa) y aplastar de un solo golpe a los 4.100 peloponesios mandados por  el stratego Leónidas. Sí, 300 eran espartanos pero, aparte de que cada uno de éstos era completado normalmente por varios psiloi (infantes ligeros) ilotas (siervos campesinos) -en este caso un millar-, también había contingentes de otras polis de los que nadie se acuerda: 1.000 focios, 400 tebanos y 700 tespios

El año 480 a. C. siete mil griegos al mando del rey espartano Leónidas resistieron valerosamente en el paso de las Termópilas el empuje del Ejército Persa mandado por Jerjes, hijo de Darío.
Los griegos defendieron el paso de las Termópilas hasta que Efialtés, un campesino traidor, mostró a los persas un sendero que conducía al otro lado del desfiladero. Cuando Leónidas advirtió que iba a ser rodeado retiró al grueso de sus fuerzas y se quedó sólo con 700 tespianos, 300 tebanos y 300 espartanos. Los tebanos se rindieron, pero tespianos y espartanos lucharon hasta la muerte. En el lugar de la batalla se levantó un monumento con la siguiente inscripción: «Caminante ve a decir a Esparta que hemos muerto aquí por obedecer sus leyes».

 


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